Sorpresa

Un simple día de camping… o casi

Estamos acampados junto al lago y, para variar, organizamos una barbacoa con amigos. Estoy quemada por el sol del día, estoy deseando llenar la barriga y noquearme con vino. Mientras mi novio se afana en cocinar suculentos trozos de carne y el humo de la parrilla me impregna el pelo, veo llegar un coche azul. Una chica sale del coche, la veo caminar enérgicamente hacia nosotros y cuando la veo frente a mí no puedo evitar pensar en lo sexy que era. Rubia, ojos azules un bonito pecho que destacaba, muy simpática, se presentó como amiga de mi novio. Cuando terminaron las presentaciones, se sentó a mi lado y enseguida empezó a hablarme de ella y de dónde había conocido a mi novio. Su amistad comenzó en el instituto, en sus pupitres, pero desde entonces sólo habían mantenido el contacto a través de las redes sociales, sin volver a verse. Luego me dice que acababa de salir del trabajo y que había conducido dos horas para llegar. Sólo en ese momento me di cuenta de que no había sido invitada al azar, sino que era una sorpresa, un regalo que mi prometido quería hacerme.

Entre nosotros enseguida hay una sensación increíble al final de la cena después de unas copas de vino nos vamos a la ducha del camping porque después de un día al sol, y de trabajo para ella, lo necesitábamos. Como si todo fuera normal, con una naturalidad desarmante, comienza a lavarme, me pasa la esponja tibia por todo el cuerpo, el gesto es relajante pero también lleno de erotismo. Yo hice lo mismo con ella y en ese momento el deseo sexual estaba por las nubes, explicarlo es difícil pero seguro que os lo podéis imaginar.

Emocionados volvimos al bungalow, con mi albornoz aún puesto me tiró literalmente sobre la cama y allí, lentamente, me comió por completo. Tenía un perfume que aún recuerdo, empezó a besarme con una sensualidad y una dulzura de la que sólo una mujer es capaz. Luego pasó al cuello, descendiendo cada vez más hasta los pezones. Me lamió, me besó, se frotó haciéndome sentir sus pechos sobre mí. En ese momento estaba completamente mojada y cuando se corrió entre mis piernas tardé muy poco en alcanzar un orgasmo súper intenso (lo recuerdo como si fuera ayer).

Al cabo de una hora más o menos llegó mi novio y nos destrozó literalmente, fue un sexo magnífico, de esos en los que pierdes completamente la cabeza y sólo actúas por instinto. Un instinto animal que hace que el sexo sea salvaje hasta el punto de agotarte.

Los vecinos del bungalow habrán oído todos los lamentos, ¡esperemos que también lo hayan disfrutado!

Al final nos dormimos agotados, hasta que a la mañana siguiente, los tres nos abrazamos desnudos.

Fue mi primera experiencia real con una mujer una experiencia que no olvidaré pero.

También diría que es una sorpresa acertada por derecho propio.

Autor anónimo

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